Una nueva vida para las librerías de segunda mano

El 23 de abril, Día del Libro, es un buen momento para recordar su importancia. Los libros son herramientas con las que se puede desde instruir conocimiento hasta viajar a otros lugares y experimentar otras vidas. Por ello, las librerías de segunda mano son un clásico entre los amantes de la lectura.
 
Estantería Re-Read. Fuente: elaboración propia.


Re-Read es de las más conocidas en Valencia. Esta se autodefine como una « librería de segunda mano low cost». Como cuenta uno de los socios, Alex Clapés, Re-read es una franquicia que empezó en Cataluña y se fue extendiendo en España, abriendo en 2015 y 2018 sus dos librerías en Valencia,  en Gran Vía y Joaquín Costa respectivamente. 

En la misma línea también está Releo: librería de bajo coste, situada en la calle Peris y Valero. Esta librería se dedica a las ferias de libro antiguo y de ocasión y a la compra  y venta de libro usado.  

Por otro lado, AidaBooks&More es la única librería de segunda mano solidaria en Valencia y pertenece a la red de librerías solidarias AIDA. En esta tienda, los trabajadores son voluntarios y voluntarias, cuenta José Tena, que colabora en en la organización desde hace nueve años.

 

Sótano de AidaBooks&More. Fuente: elaboración propia.


Cambio de imagen y digitalización

«Re-read no es lo que se te viene a la cabeza cuando piensas en una librería de segunda mano. Mucha gente viene y piensa que somos una librería de nuevo», relata Clapés. «Además, estar detrás de una franquicia ayuda mucho», apunta. El responsable explica que recibió ayuda para llevar la imagen de marca. 

 

Tote bag de Re-Read. Fuente: elaboración propia.


Sara Torregrosa, clienta de esta librería: «Me gusta irme y tirarme una tarde mirando entre las estanterías». Pero lo que más destaca de esta franquicia es que se venden libros desde 2€ hasta 10€. Es decir, se vende: un libro a 3€, dos libros a 5€ y 5 libros a 10€ (a partir de los 5 libros se cobra a 2€). La gente va a Re-Read, principalmente, por los precios, aclara el dueño.


Además, la forma de consumo de los propios clientes también ha cambiado. La compra es inmediata y el cliente es impaciente. Re-read no tiene un catálogo de libros: «Nos llegan una media de 150 y 200 libros al día», cuenta Clapés. Puesto que este tipo de librerías se dedica a la venta de libros usados, muchos de estos no tienen código de barras y es muy difícil hacer un catálogo con ellos. Sin embargo, sí que tienen un sistema de alertas en su web que dura 2 meses. Pero las alertas las notifican los propios trabajadores, por lo que es un proceso manual que, al fin y al cabo, «no es infalible», lamenta el responsable.


Desde la central tienen un proyecto llamado «bookfinder», pero está en proceso y es caro, por lo que todavía no se ha implantado. Por el momento, el Clapés no considera necesario implantarlo en Valencia. «Es mucho trabajo. Implicaría contratar a otra persona y los márgenes de beneficio no son tan altos. No quiero tocar los precios», explica Clapés. Por el momento, no es viable vender online. En su misma línea está Aidabooks, que tiene una tienda online, pero es independiente de la física.


A diferencia de las otras dos, Releo sí que tiene venta online porque comenzó como una librería en Internet. Suárez comenta que la venta de libros ha mejorado, pero que no es algo nuevo para ellos. En la tienda ya vendían en grandes plataformas como Amazon, AbeBooks o Iberlibro y Todocoleccion, aunque a su vez son los que más competencia les hacen.



Competencia 

En Re-Read tienen competencia por parte de los vendedores, no por los compradores. Esto se debe a que la librería compra los ejemplares a 20 céntimos, mientras que en Wallapop podrían venderlos más caros.  Torregrosa explica que dependiendo del tipo de libro que busca, se decanta por la plataforma o por las librerías.

Por su parte, Releo no considera que las demás librerías de segunda mano sean competencia por la gran cantidad de títulos existentes. «Coincidir demasiado en los títulos a la venta es muy complicado. Además, somos un gremio bastante agradable», explica la propietaria.



Redes sociales 

 

Las tres librerías comenzaron su andadura en las redes sociales mediante Facebook. Sin embargo, todas coinciden en que esta no era una herramienta de venta. Pero con su incisión en Instagram y la llegada de los stories han visto un cambio notable.


Los clientes se han acostumbrado a poder seguir a sus librerías de segunda mano favoritas en sus perfiles. Estos establecimientos suben a sus historias las novedades y los compradores reservan a través de la propia aplicación aquel libro que les interese. Es una herramienta favorable de compra que, según cuentan las librerías, ha incrementado también la interacción con los clientes. 


Público objetivo

 

Fuente: elaboración propia.

 

Todas las librerías coinciden en la heterogeneidad de su público, en gran medida, por sus precios. Van desde: personas mayores, que tienen tiempo para dedicar en este tipo de establecimientos; gente joven, estudiantes sobre todo; y niños, porque las librerías de segunda mano suelen tener los libros de lectura obligatoria. Asimismo, como Re-Read y Aidabooks también venden películas y música el perfil de clientes se amplía.

 

La propietaria de Releo explica que su público también varía en función de dónde compra: las ferias de libros -donde vende más clásicos o ensayos-, la librería -enfocado a la novela- o en Internet y redes sociales -es un tipo de cliente más impaciente-. No obstante, y al igual que Sara Torregrosa, Suárez destaca la importancia del fomento de la lectura juvenil.

 


 

 

Democratización de la lectura

Las librerías de segunda mano ayudan al público a conseguir más libros por el mismo coste de uno nuevo. Esto genera un mayor alcance para los lectores con pocos recursos económicos y una mayor diversificación de la cultura. No obstante, la mayoría de estas librerías se encuentran en el centro de la ciudad, limitando su valor democratizador de la lectura.


Clapés explica que sus tiendas se encuentran en espacios muy cercanos al centro de Valencia por el trasiego de gente. El responsable se lamenta de lo prohibitivos que son los alquileres en el corazón de la ciudad. Suarez también apunta que las librerías situadas en el centro de la ciudad «llevan toda la vida ahí» y que por eso, los nuevos establecimientos crecen a los alrededores.


«Estaría muy bien fomentar la descentralización de las librerías», comenta Tena. Torregrosa también recuerda que en estos casos se puede recurrir a las bibliotecas públicas. Pero tanto propietarios como clientes coinciden en la necesidad de fomentar la lectura, sobre todo en los jóvenes, para que esto pueda llevarse a cabo. 

 

Fuente: elaboración propia.

 

También puedes ver el reportaje en Youtube.


 

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