Su fobia a las serpientes le convirtió en una de ellas

Desde hace un tiempo casi cada noche NBA vivimos un festival de triples. Hoy repasamos la trayectoria del creador de este nuevo modelo: Stephen Curry. La zona de lanzamiento de tres fue su lienzo, su técnica y estilo el pincel con el que creó una verdadera obra de arte. 


Wallpaper de Stephen Curry. Fuente: NBA


Alejado del tópico NBA, Curry era tildado de blando, pijo y privilegiado. Y como no… A los cuatro años ya era famoso, pues fue fotografiado en el banquillo durante un concurso de triples del All-Star junto a su padre y Drazen Petrovic (leyenda de la liga). Sin embargo, con confianza, compromiso y atención, tres de sus lemas, respondió y se convirtió en alguien que cambió el juego


Fuente: JP HWANG @_jphwang

Un físico poco destacado y una estatura pequeña (para el mundo NBA) hacían ver a Stephen como alguien débil. Él convirtió (junto con uno de sus mentores, Steve Kerr) esta debilidad en una fortaleza de otro calibre. Así lo ven estrellas como Patrick Ewing, pívot dominador de los 80/90: «Steph, como Michael (Jordan), ha cambiado el juego». Estas palabras, que podrían quedar en el aire, no lo hacen, pues el jugador de los Warriors habla a través de logros. Stephen Curry cuenta con tres títulos NBA, dos MVP de temporada, seis presencias en el All-Star y una temporada de ensueño, la vivida en 2015/2016, donde consiguió el récord de triples (402) en una temporada y fue elegido MVP de forma unánime (primer premio unánime de la historia). Además, su equipo consiguió en ese mismo año el récord de más  victorias en temporada regular (73 V - 9 D).


Mejores 30 jugadas de la carrera de Stephen Curry. Fuente: NBA


El dos veces campeón del mundo (2010 y 2014), pese a pertenecer a la élite social —desde siempre—, no ha perdido la perspectiva de mirar por aquellos que menos tienen, bien puede ser por su creencia fiel en el cristianismo, o bien por por su defensa de los derechos sociales. Viajó a Tanzania para luchar contra la malaria y criticó la brecha salarial entre hombres y mujeres. 


Su fobia a las serpientes puede que le haya hecho convertirse en una de ellas. Alguien escurridizo y letal en su terreno. Para muchos es el mejor tirador de todos los tiempos, pero lo mejor es aquello que está dejando. Un mundo donde todos caben, donde los “pequeños blanquitos” también pueden ser estrellas y donde los derechos pesan más que la clase social. Gracias desde el 7,24 m, Stephen. 


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