- La demora en la rehabilitación del delta del Palancia es un hecho
Elena Puigvert // Carlos Climent.
Llegamos al Puerto de Sagunto (Valencia). Nos disponemos a dar un paseo por la orilla de la playa, lugar de desembocadura del río Palancia. A la derecha vemos una de las mejores playas de la Comunitat Valenciana. A la izquierda, el deseo de un parque natural que nunca se ha llegado a terminar. Chabolas, muchas chabolas. Colchones usados, hierros y un vertedero a gran escala. Repleto de aguas fecales y escombros. Todo tipo de suciedad. Esta es la imagen del delta del Palancia en Sagunt desde hace más de ochenta años.
Fuente: Ajuntament de Sagunt |
Esta situación se lleva repitiendo desde los años cuarenta y, hoy en día, la problemática sigue. Estas complicaciones vienen derivadas de «un déficit general de la gestión de la Conselleria», según afirmó el concejal de urbanismo y vivienda de Sagunt, Josep Francesc Fernández. Las edificaciones que hay en el delta pertenecen a tres administraciones diferentes: el dominio público, la Confederación Hidrográfica del Júcar y el dominio forestal de la Conselleria. Cada uno trata de manera diferente sus dominios pues, por un lado, tanto la mayoría de edificaciones del dominio público como las que pertenecen a la Confederación han sido derribadas, por tanto, son pocas las que quedan en pie. Por otro lado, a día de hoy, en el dominio forestal todavía quedan por derribar alrededor de unas cuarenta edificaciones —de las más de 100 que había— que se usan como infraviviendas, corrales, huertos, etc. y que están pendientes de un plan de rehabilitación y derribo. Estos datos hacen sospechar que el proceso avanza hacia una reconstrucción rápida del delta, pero según el actual presidente de la asociación Acció Ecologista-Agró, Jorge Mateos, es un proceso que está en los tribunales desde hace mucho tiempo porque «va muy lento, no avanza» y siempre que intentan averiguar cómo van los trámites se dan «contra la pared».
El Plan General de Ordenación Urbana de Sagunto se aprobó en 1992 y clasificó estos terrenos como suelo no urbanizable protegido, es decir, se trata de construcciones irregulares e ilegales. Sin embargo, según Jorge Mateos, se trata de «ocupaciones de posguerra», que llevan ahí desde los años cuarenta e incluso antes, «la guerra fue muy dura» y para mucha gente tener un terreno cerca del cauce suponía «poder comer». Así lo explicaba también Conchi Lopera, propietaria de una de estas parcelas: «Era gente con pocos recursos económicos que aprovechaban esos terrenos para plantar. Como nunca nadie nos decía nada, se fueron creando más y más huertos».
A pesar de ser terrenos no urbanizables, había personas que incluso contaban con escritura pública, como admitió Mª Elodia Barrachina, expropietaria de una parcela de esta zona. Por el contrario, otras personas, como Conchi, no contaban con ningún tipo de escritura, sino que hacían «un acuerdo entre personas», tal como lo definió la misma. Es decir, era un documento «no válido» donde constaba la firma del vendedor y la del comprador, la cantidad de terreno y el importe por el que se vendía.
Pasados los años y llegados a 2007, la Confederación Hidrográfica del Júcar y la Conselleria d'Infraestructures i Transports lanzaron un proyecto de adecuación del río Palancia. El plan buscaba convertir el delta en «una zona para libre disfrute de la ciudadanía, siguiendo los principios generales de integración paisajística, no degradación del ecosistema y accesibilidad para todos los visitantes», según el Jefe de la Sección de Urbanismo del Ayuntamiento de Sagunto en ese momento, quien también explicó que se querían eliminar los vertidos del río para así «mejorar la capacidad hidráulica» y hacer una restauración paisajística del entorno buscando establecer de nuevo «su estado de origen». A pesar de estas expectativas, este proyecto, tasado en 207.853 euros, no se llevó a cabo. El presidente de Acció Ecologista-Agró subrayó que fue «mucho gasto desperdiciado» y que, a pesar de esto, «sigue habiendo construcciones ilegales, vertidos, ocupación, por tanto, sigue siendo una zona bastante deteriorada, mejorada, pero deteriorada».
Durante este tiempo, se han planteado dos proyectos de restauración, pero el mapa político existente en estos años no ha ayudado a que se llevaran a cabo. Como comentó Jorge Mateos: «El proyecto del delta se hizo con un gobierno del PSOE y en la Conselleria estaba el PP, era una época de dinero y se dedicaron a ponerse la zancadilla». De este modo, si el Estado o la Conselleria lanzaba un proyecto, se ponían trabas entre ellos, «sobre todo con proyectos medioambientales», para que el dinero no «llegara a buen puerto», según criticaba el mismo. Hasta el momento, la Conselleria ha mirado hacia otro lado y las construcciones bajo su dominio siguen en pie.
¿Y el futuro? El futuro es incierto, al igual que el presente, lo que sí se sabe a ciencia cierta es que el medio ambiente lleva ya mucho tiempo sufriendo las consecuencias. Como indicaba el concejal de urbanismo, las edificaciones en esta zona siguen presentes y, por tanto, «generan una afectación al paisaje y a la imagen». No se trata de un problema únicamente de imagen, la cosa va mucho más allá. Estas edificaciones producen residuos, aguas fecales, basura… Es importante no olvidar que se trata de un río que, en cualquier momento, podría aumentar su caudal y llevarse todo consigo.
En el centro del debate siempre ha estado el qué pasará con estas edificaciones. Hay quien opina que es «una incapacidad de gestión por parte de la conselleria» como explicó el concejal de urbanismo y vivienda y otros, como el presidente de Acció Ecologista-Agró, opinan que el sistema judicial no avanza y «los juicios siguen sin salir», cosa que se lleva esperando cerca de diez años.
La Conselleria ha anunciado que hay un macroproyecto activo que busca la creación de un parque forestal para adecuar el delta del Palancia, pero esto tardará unos diez años, «si se es optimista», ya que «depende de partidas presupuestarias que se van sacando poco a poco para ir reacondicionando todos los tramos», según explicó Rosa Mª Llopis, ingeniera técnica forestal en la segunda demarcación territorial de Valencia. ¿El problema? El tiempo y el dinero.
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