La mujer en el periodismo y su constante lucha contra el «techo de cristal»

 

Fuente: Vix // ¿El techo de cristal: ¿qué significa esta expresión y cómo afecta a las mujeres?


Una sociedad con orígenes machistas

La sociedad se ha ido construyendo con el paso del tiempo y en su desarrollo han formado parte tanto hombres como mujeres. El gran problema es que ambos no han sido tratados por igual, pues las mujeres siempre han sido valoradas y «clasificadas» dentro del ámbito estrictamente familiar. Por ello, eran privadas, en muchas ocasiones, de uno de los motores del pensamiento y el desarrollo: la educación. Los países en los que poco a poco la mujer se introdujo, a través de la lucha y la reivindicación, en el mundo del conocimiento como medio de aspiración, información e integración, han sido aquellos donde la mujer ha conseguido acercarse más a la igualdad con el hombre. Pero solo ha sido eso: acercarse. 

Hay países en el mundo donde la mujer aún no ha accedido a estos procesos, considerados incluso como privilegiados, debido a que con ellos tenemos acceso a la tan necesaria lucha de género. Pero los países que sí lo han hecho, tampoco han conseguido que la mujer consiga un rol igualitario al del hombre en ciertos aspectos. Pese a tener muchos avances en este ámbito, en España y otros muchos países europeos aún existen desigualdades que hacen que la mujer se vea un escalón por debajo del hombre. Un ejemplo de ello se encuentra en la dirección de los medios de comunicación españoles, donde «de los 100 medios y programas informativos más relevantes, “solo 25 eran dirigidos por mujeres”»


Fuente: Elaboración propia a partir de datos de La Marea


El machismo es un problema real que se vive diariamente en los diferentes ámbitos de la sociedad. En el periodismo, la desigualdad entre hombres y mujeres tiene mucho que mejorar: brecha salarial, poca presencia de mujeres en cargos directivos, etc. Esta problemática en el periodismo como profesión es «de lo más resistente», o por lo menos así lo ve Lalia González Santiago, la primera mujer en dirigir un periódico en Andalucía (Carballar, 2020). Desde el conocido techo de cristal hasta la brecha salarial, pasando por los pensamientos retrógrados, la poca confianza en la gestión de la mujer, etc. Cristina Fallarás, directora de Diario 16, afirma: «No hay mujeres en cargos directivos en ningún sector. No los dirigen, pero tampoco forman parte de la propiedad de los medios. Sencillamente, es una costumbre. Cuando un sector se adocena, se siente más cómodo siguiendo lo habitual».  ¿Por qué el hombre no confía en la mujer para asumir ciertas tareas? ¿La sociedad ha evolucionado o la religión católica y la falta de interés y medidas políticas han mantenido el pensamiento de que la mujer tiene es inferior intelectualmente?  

Las primeras mujeres que quisieron dedicarse a este mundo no lo tuvieron fácil. Tenían que buscarse un hueco en los medios y salir de su zona de confort y, una vez lo conseguían, eran vistas como una excepción. Pese a que la mujer se incorporó a la universidad más tarde que el hombre, actualmente, en España, hay casi un 65% del alumnado que son mujeres y que cumple con los estudios en Ciencias Sociales. Por lo tanto, hay más mujeres que hombres formados en estas materias. Sin embargo, llama la atención que hay muy pocas que llegan a la cúspide de la pirámide, es decir, son pocas las que llegan a ocupar un hueco en los cargos directivos, porque estos, mayoritariamente, cuentan con la presencia de los hombres. Concretamente, según datos publicados por La Marea: «En el primer trimestre de 2020, tan solo 4 de los 15 periódicos más leídos en papel están dirigidos por una mujer: un 26,6%».

¿Qué motivos impiden a la mujer dirigir o liderar un gran medio? ¿La maternidad? 

La tarea de cuidar un niño o una niña la lleva impuesta la mujer años. Sí, impuesta. La sociedad hizo que la mujer fuera la encargada de la casa y el cuidado familiar. Lalia González narraba su experiencia: «Yo he tenido cuatro hijos y nunca he ido al ginecólogo o al pediatra en mi horario de trabajo. Y cuando ellos han dicho que iban al ginecólogo a acompañar a su mujer o a la tutoría, salían de la redacción aplaudidos, como si fueran héroes». Esto lo podemos ver también en cómo refleja el cine estos hechos ya que ¿cuántas películas existen en las que la mujer era la persona que acude a una reunión importante con un bebé y con mucha prisa? Casi todas. La maternidad no es un problema, el problema es que el hombre se desentiende de esta ya sea por machismo ideológico o por las políticas sociales existentes. 

Siempre se ha pensado (y ha estado mejor visto) que el hombre es el que debe ir a trabajar para mantener a la familia económicamente, mientras la mujer se ocupa del hogar y de los hijos. Es decir, ha habido una ‘expectativa’ sobre la función que desempeña el hombre y la mujer en la sociedad. Debido a esto, puede que cuando un hombre es dirigido por una mujer, este ve cuestionada su masculinidad y, por ello, cuando las mujeres llegan a estos altos cargos no se les toma tan en serio por el hecho de tratarse de la figura femenina.  


Anuncios que ilustran el machismo en el hogar y los roles impuestos por la sociedad
Así, hay un gran problema cuando hablamos de la relación género-poder, pues la discriminación hacia la mujer en términos laborales está todavía más presente cuando se trata de cargos que requieren responsabilidad. El problema es que el hecho de que siempre haya habido presencia de hombres en estos cargos hace que, a día de hoy, sea difícil que una mujer llegue a un puesto directivo. No es suficiente con que haya unas pocas en estos cargos, sino que debe de ser un número considerable para dar visibilidad y ‘abrir’ el camino a otras mujeres. Es decir, cuantas más mujeres ocupen estos puestos, menos complicado será para las demás llegar a la cúspide de la pirámide. 
El problema viene de siglos atrás, donde se atribuyeron determinados roles según el género, y la solución estaría en un cambio de mentalidad en el que tanto hombres y mujeres tengan la responsabilidad de cuidar de sus hijos a partes iguales. De esta manera, la figura femenina no se vería obligada a sacrificar, en muchas ocasiones, su carrera profesional (o el «privilegio» de alcanzar puestos directivos) debido a la imposibilidad de combinar su vida personal/familiar con su vida laboral. Por tanto, se eliminaría el gran obstáculo que es «ser mujer», como explicó Paloma del Río en una entrevista con Clara Ferrero: «Estoy segura de que un hombre lo hubiera tenido más sencillo pero, como siempre y en todos los ámbitos de la sociedad, ser mujer es el mayor inconveniente. Tenemos que demostrar el doble y tenemos que 'duplicarnos'».


Imposición de roles según el género // Fuente: Antevenio

El gran problema, según Pepa Bueno: «Las redacciones están llenas de mujeres y los despachos de hombres. Esta fue mi primera impresión en los años 80. Tres décadas después, la cosa sigue igual». Las mujeres no buscan ocupar un espacio solo para ocuparlo, buscan visibilizar, opinar, poder optar a, etc. Ellas quieren introducir el punto de vista de la mujer. Este problema surge, en gran medida, por la consolidación de la segmentación de valores entre «masculinos» y «femeninos» establecidos e introducidos de forma personal y social. A raíz de esto aparecen otros de los grandes problemas: el techo de cristal y la «tiranía» de la imagen. 

 

La tiranía de la imagen

 

La mujer (sobre todo en televisión, pero también en otros ámbitos) tiene que seguir los cánones de belleza (no solo físicos, sino vocales, de carácter, etc.) y un prototipo «base». Casi siempre las cadenas generalistas y privadas buscan que la mujer sea un prototipo. La imagen es un negocio y un esfuerzo. Muchas veces la mujer es un reclamo. Eventos deportivos y anuncios de casas de apuestas, sobre todo, son los espacios donde las mujeres están más estereotipadas. Las grandes cadenas usan a la mujer para retener al hombre y este, muy frágil de él, se queda embobado a la pantalla como si no hubiese visto nada igual antes. 

 

«La presión de la imagen es general, pero ellas pierden más tiempo y vida de pantalla que ellos, los cuales pueden responder a perfiles muy variados y no ser valorados únicamente por su apariencia», mencionaba Pepa Bueno. ¿Es entonces la mujer una mujer florero? Las exigencias hacia los hombres son totalmente distintas; cuando pensamos en un periodista no se nos viene a la mente que sea necesariamente joven y atractivo, lo que sí que ocurre (mayoritariamente) con las mujeres. Y es que, el problema no es que sean «guapas», el problema es que no se valora la calidad periodística. Es el caso, entre muchas otras, de Sara Carbonero, como menciona Mónica Planas para Mundo Deportivo: «Creo que Sara es víctima del machismo. Pero de otro. Del que exige a las periodistas ser además modelos de pasarela. Del que prioriza el físico al talento. De eso Sara no tiene la culpa».

El techo de cristal

Este término surge de la « leyenda» de que la mujer no vale para ciertos puestos y, al final, de tanto decirlo, parece que se ha quedado en la sociedad como una verdad impuesta. Pero no es así. Las mujeres, lejos de la mirada de género tradicional, pueden cubrir las posiciones en las que tantos años solo han trabajado hombres y hacerlo de forma exitosa. «Las empresas y organizaciones que cuentan con mujeres en sus puestos directivos mejoran sus resultados», según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El número de mujeres en puestos directivos en España (no solo en el sector periodístico) se sitúa en un 30 %. 

 

Si en las empresas (no solo los puestos de liderazgo) existiese una equiparación entre hombres y mujeres, el rendimiento y los resultados serían mejores y más plurales, pues apuntaría a visiones donde los hombres muchas veces no llegan, ya sea por tradición, desconocimiento o cualquier aspecto. Si las mujeres no tienen referentes o no ven presencia femenina en estos cargos puede que alguna abandone su intención por no verse en ese lugar. Pese a que las desigualdades han mejorado a lo largo de los años, todavía existe un gran techo de cristal. Sin embargo, como bien mencionaba Leticia B. Diaz: «Más que un techo de cristal, se trate de un techo de acero u hormigón porque resulta imposible levantarlo. Y es que, por más que hayamos conseguido la igualdad “legal”, la realidad es bien distinta»



Libertad con límites // Fuente: Pinterest (Javier Royo)


En definitiva...

El machismo sigue estando presente en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo el periodismo. El techo de cristal sigue presente y resulta complicado terminar con él. Y es que, para eso, todavía falta mucho por hacer: una sociedad que cambie su mentalidad, aplicación de políticas públicas, etc. La incorporación de la mujer en los puestos directivos no debería ser ni un «logro» ni un «privilegio» al igual que tampoco lo es cuando nos referimos a los hombres. 

Debería ser un puesto al que todos, tanto hombres como mujeres, pudieran llegar sin ser juzgadas y cuestionadas por el camino. Quedan todavía muchas barreras que derribar ante esta brecha de género. Hay que romper con el factor social tradicional e impulsar el cambio de tendencia. Se debe luchar por el equilibrio, no solo en el periodismo, sino en todas las profesiones y en todos los ámbitos.

Dos personas con el mismo trabajo pero con vidas muy distintas // Fuente: El País


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