La COVID-19 ahogó a muchos sectores, entre ellos la cultura. Hoy se recuperan de los efectos devastadores que tuvo la pandemia. La ausencia de la gente en los museos, cines o teatros reflejó una gran un desplome de los ingresos. Según datos de la Agencia EFE, los museos españoles sufrieron una caída del 70 % de visitantes en 2020.
Como muchos otros, l’Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) se vio gravemente afectado. El museo valenciano vivía del turismo, algo que le pasó factura, provocando una caída de las visitas extranjeras. El IVAM tuvo que reinventarse, por lo que decidió apostar por los contenidos en línea.
Pero, ¿cómo afectó realmente el confinamiento al museo? Josep Grau Giménez es el subdirector del local, y ha podido contar de primera mano cómo vivió el IVAM esta crisis.
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Fuente: Institut Nacional d'Art Modern |
¿Habéis lanzado actividades vía online para mantener vivo el museo durante la COVID-19?
Hay un programa «paraguas» al que hemos llamado IVAM desde casa, donde se han recogido algunas actividades que ya teníamos, otras que estaban previstas y otras que hemos tenido que hacer expresamente para estos días de confinamiento. Esto implica incrementar la presencia de las actividades de nuestra página así como utilizar la difusión de las redes sociales. Hemos incrementado los videos de la página de Youtube, también de Instagram, Twitter, etc. Hay actividades que son difíciles de trasladar y se han tenido que suspender, pero las que se han podido sí que se han llevado al mundo online.
¿Habéis notado feedback con la gente?
El seguimiento en redes, sobre todo en Instagram, ha sido brutal, pues aumenta el número de seguidores, de likes… Está funcionando muy bien. Por un lado, es una pena no poder disfrutar en directo de una exposición, porque no es solo ver la obra sino sentirla, sentir el ambiente de la sala. Pero, por otro lado, se ha demostrado que el museo no tiene fronteras, da igual el lugar porque puedes disfrutar igual.
¿Es la cultura un bien de primera necesidad? ¿Por qué?
Yo entiendo que lo primero es la sanidad y la educación, pero una parte de la educación es la cultura. La cultura también es primordial, pero los recursos se tienen que priorizar y hay que saber que lo primero es la sanidad. La cultura es prioritaria, pero no tiene que estar relacionada con la inversión porque músicos, pintores, etc., han habido siempre y ha habido pintores que han muerto más pobres que las ratas y son grandes pintores. Me refiero a que no lo relaciono con que tenga que haber más inversión.
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Obra de Íñigo Manglano-Ovalle // Fuente: El País |
¿Qué impacto crees que puede tener la COVID-19 para los museos en todos los aspectos?
Las consecuencias primeras son para el personal, pues algunos están de ERTE. También se han tenido que aplazar contratos, transportes, aseguramientos, etc. que vienen de Roma, París, Londres…
Lo que sí que sabemos es que el mundo online se ha incrementado y ha venido para quedarse. Si el IVAM ya estaba en proceso de cambiar la página web para mejorarla, ahora se acelera porque más que nunca es todo virtual y online. Espero y deseo que se siga yendo a los museos a disfrutar de las salas, galerías, ir a un teatro, etc., pero es probable que durante un tiempo todo esto sea a través de una pantalla.
¿Cómo afecta al museo la medida de que la gente no pueda desplazarse de provincia?
Afectará muchísimo porque normalmente la gente de la Comunitat Valenciana viene los sábados y domingos que es gratis, pero los turistas vienen entre semana que es cuando hay que pagar. El turismo se ha acabado, y el aforo será a un 30% y eso hay que controlarlo. Por cuestión de ingresos no es muy importante porque realmente el IVAM es un sitio público, prácticamente el 90% del presupuesto va para la Generalitat. Desde el punto de vista del público sí que afecta mucho, incluso desde el punto de vista del trabajador.
¿Crees que la «cultura online» ha sido una buena herramienta para mantener entretenida a la gente a la vez que adquiere conocimientos?
Es una herramienta que ha venido para quedarse, las consecuencias no las sabemos. Hay algo positivo y es que, desde otros lugares, puedan ver la exposición mucha gente a la vez. En un museo no cabe tanta gente ni al IVAM, por ejemplo, van tantas personas. Pero hay dos peligros: que se pierda el disfrute del arte desde una galería y cuánta gente se quedará fuera porque son analfabetos tecnológicos que no saben manejar las herramientas.
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