F. López y Segarra: «Me negué a cerrar las puertas de un recurso sociosanitario»

Francisco López y Segarra, fundador y director de Patim


Francisco López, fundador de Patim

Francisco López y Segarra, sociólogo y criminólogo, es el fundador y director de Patim, una asociación para la prevención y tratamiento de las adicciones, el alcoholismo, ludopatía y otras conductas. El uso indebido y el tráfico ilícito de drogas es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad, asociaciones como Patim luchan cada día para erradicar estas actitudes con el fin de alcanzar una sociedad libre del consumo de drogas.

Descubrir y ver de forma muy cercana que en el capítulo de las adicciones sólo había marginación, exclusión y delincuencia, haciendo de este un colectivo muy desprotegido, fue lo que impulsó a Francisco López a fundar Patim. “Era necesario dar respuesta a esa problemática que había en la calle”, explica el creador de la entidad.

Desde la fundación de Patim el 2 de agosto de 1895 hasta ahora, el perfil de las adicciones ha cambiado de una forma brutal. Francisco López cuenta que la heroína en el año 1985 era lo que más se consumía y se juntó con la delincuencia en los barrios más pobres y marginales. Con el paso de los años, entre 1995 y 2005, la cocaína “era la reina” en cuanto a drogas se refiere, y es a partir de 2005 cuando las drogas de laboratorio, junto al alcohol y al cannabis, ganan terreno y pasan a ser las más populares.

Cada vez es mayor el número de personas que demandan tratamiento”, asegura Francisco López, y añade que la edad de inicio en el mundo de las drogas empieza en edades muy tempranas. El director de Patim señala además que le gustaría que el tiempo que transcurre desde que una persona empieza a consumir hasta que demanda tratamiento fuese menor, ya que esto facilita el proceso de reinserción.

Por otro lado, la crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19, ha tenido graves efectos en todos los sectores, pero Patim continuó con su labor. “Me negué a cerrar las puertas de un recurso sociosanitario”, afirma Francisco López, que apunta que esto no fue un acto de valentía ni heroicidad, sino el cumplimiento de un deber. Se pudo mantener abierta la comunidad terapéutica, también los pisos donde residen los pacientes y el tratamiento ambulatorio no descendió; todo esto gracias al trabajo en equipo de todos los miembros de Patim, cada uno aportó su granito de arena para poder seguir llevando a cabo esta función social.

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