La prórroga del estado de alarma sale adelante tras el apoyo de Cs
«Nos estamos llevando por delante, quizás de forma irremediable, el espíritu de la investidura». Con un tono desafiante se dirigió Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana en el Congreso, a los miembros del Gobierno, y más concretamente al presidente Pedro Sánchez, tras la negativa a aceptar las propuestas de su partido para prorrogar por quinta ocasión un estado de alarma que finalmente acabó aprobándose después del acuerdo alcanzado con Ciudadanos, antes de instarle a aclarar «sus socios para continuar la legislatura».
El
rostro serio de los diputados del PSOE y Unidas Podemos minutos antes de
comenzar la sesión parecía vaticinar que las siguientes horas en el Hemiciclo iban
a resultarles complicadas. Y no se equivocaron, ya que a las habituales
críticas de la oposición se sumaron las de algunos de sus socios como el
Partido Nacionalista Vasco, Compromís o, especialmente, ERC.
Aunque
una de las discusiones más duras de la mañana ocurrió durante el turno de preguntas
entre la portavoz popular Cayetana Álvarez y la vicepresidenta Carmen Calvo
respecto a la polémica de los escraches, fue durante las intervenciones de
Sánchez y Rufián cuando más tensión se notó en el ambiente.
La
principal condición que puso Cs para negociar con el Ejecutivo fue que rechazase
la creación de una mesa de diálogo con la Generalitat, algo que molestó y mucho
a la cúpula de Esquerra. El barcelonés manifestó su enfado con el presidente
por pactar con una formación de derechas asegurando que ha incumplido la
esencia de una legislatura que era «palanca para el progresismo, pero también
dique de contención contra el fascismo», mientras muchos de sus rivales
políticos no podían ocultar su satisfacción ante la situación.
El
discurso de réplica de Sánchez fue más moderado teniendo en cuenta que muchas
de sus próximas decisiones van a depender de ERC, por lo que optó por justificar
su decisión de ampliar el estado de emergencia escudándose en las medidas
adoptadas por las potencias occidentales. Además, mostró su disconformidad tanto
con el partido catalán como con todos aquellos que votaron en contra del «único
instrumento para hacer frente a la pandemia».
Tras
más de 11 horas de reunión, finalmente el estado de alarma salió adelante, como
era previsible, con 177 síes en una jornada marcada por la relación, cada vez
más fría y distante, entre ERC y un Sánchez que mencionó la idea de seguir
negociando manteniendo, como hasta ahora, «los compromisos de investidura».
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