CaixaBank en pie de guerra

Más de 400 empleados se manifestaron contra el ERE de la entidad

Manifestación en València contra el ERE de CaixaBank - Belén Martínez

El 20 de mayo los trabajadores afectados por el Expediente de Regulación de Empleo deCaixaBank se aglutinaron frente a la sede de la entidad, el edificio del Banco de València. La protesta se extendió a varios puntos del país, con el fin de defender los 8291 puestos de trabajo que peligran tras la fusión de la entidad con Bankia. Fueron más de 400 personas las que se unieron en València tras una gran pancarta que estampaba el lema «Todxs somos CaixaBank. No al ERE» en una concentración donde la música fue la protagonista y el control policial prácticamente inexistente, con sólo cinco agentes de policía local encargados de controlar el tráfico.

La calle Juan de Austria se tiñó de rojo con banderas de Comisiones Obreras y Unión General de Trabajadores - CaixaBank, sindicatos organizadores de las 15 concentraciones que se celebraron de manera simultánea en diferentes capitales españolas. Uno de los mensajes más escuchados en la cita fue «vida de rico y se suben el sueldito», haciendo alusión al aumento de salario de la directiva de los últimos meses, mientras los trabajadores luchan por frenar la medida reguladora y mantener su empleo. «Si la pasta no alcanza para todos yo voy y le quito», cantaron en señal de protesta ante el egoísmo de la cúpula del grupo bancario.

«Protestamos por nuestro trabajo con orgullo, CaixaBank no es tuyo» fue uno de los gritos de guerra de la convocatoria ante la respuesta de la entidad, que propone recolocar únicamente a 500 empleados en otras sucursales del grupo, lo cual, deja a 7800 personas en paro. Una propuesta criticada por los manifestantes tras conocerse que, pese a la crisis provocada por la pandemia, CaixaBank cerró el último balance anual con beneficios.

Está en juego el empleo de casi 1000 personas en la Comunitat Valenciana, sin embargo, en la concentración se vivió un ambiente más festivo que reivindicativo reforzado por la música que sonó ininterrumpidamente mientras los manifestantes golpeaban centenares de castañuelas de plástico. Fue una concentración particular, donde se respiró cierto aire clasista que, en ocasiones, acaparó el protagonismo que merecía la causa denunciada. Unos exteriorizaron su preocupación con mensajes poco apropiados: «Queremos ser colaboradores del banco de alimentos, no usuarios», plasmado en uno de los carteles. Otros miraban de reojo los escaparates de la concurrida y comercial calle, sin prestar mucha atención a la concentración, mientras tarareaban la música que reproducía el altavoz en bucle.

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