Las Industrias Culturales reflejan una desigualdad de género en el entorno laboral

Joana Biarnés, trabajando con otros fotógrafos - Fotograma del reportaje 'Una entre todos'
La mujer, a lo largo de la historia, siempre ha sido considerada como el género débil, la
que estaba en casa, tenía que casarse y formar una familia, mientras el hombre, que era el
género fuerte, trabajaba y llevaba el dinero a casa. Por suerte, con el paso del tiempo y
con muchos esfuerzos, ese famoso tópico ha ido desapareciendo. A finales del siglo
XVIII, con la Revolución Industrial, las mujeres se incorporaron al mundo laboral, un
primer paso que marcó un antes y un después en sus vidas.
En el sector de la comunicación, en concreto del periodismo, las primeras periodistas en
España aparecen a finales del siglo XIX, en la revista catalana La Ilustración Ibérica.
Ahora, dos siglos después, el sector audiovisual manifiesta una desigualdad de género
evidente en algunas secciones. El mundo de la televisión revela la disparidad de una
manera diferente.
Son muchas las mujeres que trabajan detrás y delante de las cámaras de un plató de
televisión, de eso no cabe duda. No obstante, las estructuras de poder y los cargos que
toman las grandes decisiones están ocupados por hombres en general, y aquí es donde
encontramos la falta de equidad. Grandes empresas como Atresmedia o Mediaset están
lideradas por hombres. «Las pocas mujeres que están en el equipo directivo no ocupan
los cargos estratégicos» (Izquierdo y Latorre, 2020).
La evolución está presente, pero aún queda mucho por hacer. La periodista Isabel San
Sebastián asegura en un artículo para Barcelona School of Management que la mayoría
de las mujeres que asumen puestos de poder no son madres e incide en que en las pantallas
el rol femenino se ha desviado más al «entretenimiento» que a la «información». El
género de telerrealidad es un ejemplo del tipo de programas liderados por mujeres. Y esto
da que pensar. «Si las cabezas que piensan en un grupo mediático grande son solo
hombres, la posición y voz de la mujer es pequeña. Cuando no existe un equilibrio es muy
difícil que la sonoridad de las mujeres sea percibida» (Izquierdo y Latorre, 2020).
La brecha salarial de género es otro de los problemas en el sector de la comunicación. El
Informe Anual de la Profesión periodística de 2015 reveló que el paro era de un 64 % en
las mujeres y de un 36 % en los hombres. Las tablas salariales garantizan la situación de
inferioridad de las mujeres con respecto a los varones. En Reino Unido, hallamos una
brecha salarial de hasta el 24 %, lo que manifiesta la necesidad de un cambio. Todo esto
genera una cierta controversia pues, a nivel general, más de la mitad de graduados en
periodismo son mujeres.
El cine de Hollywood también es cómplice de la falta de equidad entre sexos. En 2019,
según el estudio de It’s a Man World, publicado anualmente por la Universidad de San
Diego, el porcentaje de personajes femeninos en películas taquilleras alcanzó solamente
un 37 %. El test de Bechdel refleja, a través de viñetas, la brecha de género en el cine. Su
creadora, Alison Bechdel, menciona como precedente la obra Una habitación propia
(Virginia Woolf, 1929). El ensayo critica, entre otros aspectos, el punto tres del test: que
una mujer no pueda hablar sobre algo distinto a un hombre. «Es funesto para una mujer
subrayar en lo más mínimo una queja, abogar, aun con justicia, por una causa; en fin, el
hablar conscientemente como una mujer» (Woolf, 1929: 140-141).
La brecha salarial de género también la hallamos en el sector audiovisual. Uno de los
casos más significativos fue en la serie The Crown. La propia protagonista cobraba menos
que un personaje de reparto masculino. La plataforma de contenidos Netflix, debido a la
polémica generada decidió compensar a la actriz con 200 000 libras, según una noticia
publicada en La Vanguardia. Qué este hecho generase polémica y opinión pública refleja
en cierta medida la evolución de la sociedad hacia una mayor igualdad. Además, Netflix,
mediante la indemnización apropiada, reconoció y rectificó su error.
Volviendo al sector periodístico, la lucha femenina por crecer en la profesión nos viene
de lejos. A principios del siglo XX, Magda Donato (Madrid 1868 – Ciudad de México
1966) ya competía por hacerse un hueco en prensa. La pionera del Nuevo Periodismo
comenzó en 1917 en El Imparcial con su columna Femeninas. A través de ella,
manifestaba la idea de ampliar la mirada masculina para lograr la incorporación de las
mujeres en prensa. En pocas palabras, abrir nuevos caminos para las mujeres que fueran
más allá de cafés, salones y tertulias. Muchas lograron acceder a la redacción y fue en los
años previos a la Guerra Civil cuando la mujer comenzó a progresar en prensa.
Hoy en día encontramos muchas iniciativas impulsadas por mujeres que fomentan la
presencia igualitaria en el mundo audiovisual. La Asociación de Mujeres Cineastas y de
Medios Audiovisuales (CIMA), creada en 2006, es una de ellas. Con un total de 600
representantes, CIMA construye una asociación transversal y plural en el sector
audiovisual y cinematográfico.
La asociación realiza anualmente investigaciones que exponen la distribución sexual
dentro del sector cinematográfico español. En 2019, el informe reveló datos sobre la
representatividad de las mujeres en los altos puestos de un largometraje utilizando como
fuente los premios Goya. Los resultados mostraban que esos cargos estaban ocupados por
un 70 % de hombres y un 30 % de mujeres. «Son porcentajes que no albergan una
composición equilibrada en base al sexo. Por tanto, pueden afirmarse como
representatividades que describen un sector masculinizado» (Sara Cuenca, 2019: 6).
Más próximo al sector del periodismo, encontramos iniciativas como la Asociación
Española de Mujeres Profesionales de los Medios de Comunicación (AMECO), fundada
en 1994, recoge los principios de igualdad e influencia de mujeres en los medios. La
preocupación por los medios de comunicación y las mujeres no es nada nuevo, sino que
ha sido tratado en diversas Conferencias Internacionales en las últimas décadas. AMECO
sostiene que las mujeres son tratadas como un sujeto informativo en pocas ocasiones y
que cuando lo son aparecen bajo estereotipos sexistas.
La Plataforma de Acción de la Conferencia de Beijing, en el Capítulo J, denominado “La
mujer y los medios de difusión” (artículos 237 y 238) señala que los medios de difusión,
los gobiernos y otros sectores deberían fomentar una política activa de incorporación de
una perspectiva de género en sus programas. Asimismo, incide en la necesidad de
instaurar mecanismos de autorregulación para erradicar los programas en los que haya
sesgo de género.
Las mujeres en el mundo de la comunicación presentan un progreso lento, y ello lo vemos
en la desigualdad de género que manifiesta el sector, siendo los hombres los líderes en
mayor medida. Sí que es cierto que con los años se ha generado una evolución, el papel
femenino está más presente y es más importante, no obstante, aún queda mucho por hacer.
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