Albert Esteve: «La pandemia puede que sea una oportunidad en las zonas rurales para volver a recuperar habitantes»


Retrato Albert Esteve. Demógrafo e investigador. Fuente: Centre d'Estudis Demogràfics


Demógrafo e investigador de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB) y director del Centre d’Estudis Demogràfics (CED), Albert Esteve ha realizado distintos proyectos e investiga sobre temas relacionados con la demografía, la estructura de los hogares, la formación de la pareja y mercados matrimoniales. Además,  es editor de la revista European Journal of Population y director de la Escuela Doctoral Europea en Demografía en Barcelona. 

En noviembre de 2020 realizó una conferencia en la que, mediante la comparación de Catalunya y Terres de l’Ebre, explicaba cómo afecta la despoblación y el envejecimiento a estas dos zonas geográficas.


—En el mapa de la evolución de nacimientos y defunciones, concretando la natalidad en Catalunya, se puede apreciar que hay una estabilidad entre 1988 y 1998. A partir de este último año la natalidad asciende descontroladamente hasta el año 2008. ¿A qué se debe esta subida?


Fuente: INE


Es debido a un doble impacto. Cada vez más había más gente en edad de tener hijos, es decir, es la época en la que las personas nacidas entre 1965 y 1975 (años en que aumentó la natalidad en España) llegaron a esa etapa. Asimismo, también está el efecto de la llegada de la inmigración internacional. La mayoría de estos inmigrantes son jóvenes de entre 25 y 35. Por lo que, el hecho de que haya mucha gente en España con esa edad conllevó a una coyuntura, demográficamente hablando, muy favorable para que aumentasen los nacimientos. 


—A partir del año 2008, la línea cae en picado. ¿Es debido a la crisis financiera?

Hay dos razones. Una es que la economía empeora, así que para tener hijos las parejas jóvenes deben tener una seguridad y estabilidad económica. Y la otra razón es que nos saturó la inmigración internacional, se paró en seco, lo cual provocó que entre menos gente joven en el país. Es decir, cayó el número de personas en edad de tener hijos y por lo tanto, habían pocos candidatos para ser madres y padres. Esto también repercute en la actualidad. Ahora les tocaría tener hijos a personas que nacieron hace 30 años, en 1990, año en que nacieron relativamente muy pocas criaturas.


—Observando el mapa de Terres de l’Ebre, las líneas —de natalidad y mortalidad— son completamente diferentes a las de Catalunya. ¿Por qué las defunciones superan a los nacimientos? ¿Es debido a que los de la tercera edad son los que permanecen en las zonas rurales?


Fuente: INE

Sí, han habido movimientos internos que normalmente están protagonizados por personas jóvenes. Entonces, si una persona joven marcha de les Terres de l’Ebre, para vivir en Barcelona o otras áreas metropolitanas, es porque es donde hay más oportunidades económicas. En cambio, la gente mayor tiende a quedarse en el sitio donde desarrollaron su actividad económica, que les permitió pagarse una casa. Y es por eso que se produce este problema del envejecimiento. Asimismo, no solo es que no nazcan criaturas en esta zona, las pocas que nacen probablemente nacen fuera de Terres de l’Ebre porque sus padres se han ido a trabajar fuera.


—En cuanto al gráfico de la evolución del nombre de inmigrantes y emigrantes, Catalunya es una de las comunidades autónomas que más recibe…

Fuente: INE



El origen de los inmigrantes de España y de Catalunya es bastante diverso, actualmente. Yo diría que hay tres grandes bloques. Uno serían todos los inmigrantes de América Latina, que son los que están aumentando más, delante de la crisis de la Covid-19. Después tenemos a los inmigrantes de África, marroquíes sobretodo. Y los inmigrantes de Europa, en los que estarían los de los países rico, como los ingleses o franceses. Pero, también tendríamos un segundo bloque dentro de Europa, que serían los de la Europa del Este, como los rumanos. Y en última instancia y con más distancia, los asiáticos.


—¿Por qué —los inmigrantes— tienden a ubicarse en las zonas metropolitanas y no en las rurales?

Porque la mayoría son migrantes económicos. Es decir, se mueven porque en estas destinaciones es donde hay crecimiento económico. Y la gran oferta laboral siempre ha estado ubicada en las áreas metropolitanas, que a su vez, son las que atraen a la población joven de Terres de l’Ebre y de otras comarcas catalanas.

En las migraciones una vez que tienen el núcleo de población establecido, los inmigrantes suelen dirigirse hacia donde tienen a gente que conocen. Primero llega un primer núcleo que llega en busca de trabajo y después hay dos olas posteriores, donde la motivación de esa migración es porque ya tienen contactos. Es como un círculo que se va retroalimentando.


—La emigración también es una realidad en países europeos, como es el caso de España. ¿De dónde emigran más de las áreas metropolitanas o de las zonas rurales?

En números absolutos siempre se van más de las áreas metropolitanas. Mucha emigración, es decir, muchas de las personas que viven en Catalunya y se han ido hacia el estrangero son personas que eran inmigrantes internacionales, que han vuelto a sus países de origen o se han ido a otros países de Europa, en los que había mucho crecimiento económico. Pero, estadísticamente como muchos de estos inmigrantes se pudieron nacionalizar, entonces cuentan como si fueran españoles.

También está el caso de la gente joven formada y se han ido a otros países más ricos porque allí encontraban mejores condiciones para desarrollar su carrera.


—¿Cómo cree que ha podido afectar la pandemia a la concentración de población en las zonas rurales?

Se ha dicho mucho que la pandemia puede que sea una oportunidad en las zonas rurales, para volver a recuperar habitantes. Todavía no se han podido publicar datos sobre este tema. Hay gente que dice que las personas que tienen casas en los ámbitos rurales se han empadronado en estos sitios para poder disfrutar de su residencia. También puede ser de personas que tienen una vivienda en las zonas rurales que hayan preferido ir allí para poder tener un entorno más cercano a la natura, más abierto, etc.

Todavía hay que ver si eso será una tendencia que durará en el tiempo o habrá sido simplemente algo puntual, como resultado de la COVID-19. En la medida que la situación mejore, puede que vuelvan a las ciudades.


—El turismo también lo ha favorecido. Durante esta semana Semana Santa mucha gente de Barcelona estaba en el Delta de l’Ebre.

También se ha visto que el hecho de cerrar las fronteras, no solo las estatales, sino también las fronteras comarcales o las autonómicas ha hecho que todo este potencial de turistas del área metropolitana de Barcelona haya optado por destinaciones catalanas. Y, lógicamente Terres de l’Ebre es un lugar con mucho interés periodístico y paisajístico. 


—¿Qué medidas cree que se deberían de llevar a cabo para atraer a población joven en las zonas rurales?

La población joven se mueve mucho por la oportunidad económica. Es muy interesante porque debe de haber un método que permita retener a estos jóvenes. Con la proliferación del teletrabajo puede que cada vez más sea posible y que la gente tenga trabajos de ciudad, pero teletrabajando en el campo. Veremos si es suficiente grande esta tendencia como para poder revertir la situación de despoblamiento de estas zonas más afectadas. 

Hay gente que con la actividad económica no tiene suficiente y busca entornos que tengan buena oferta de servicios. Es decir, que no solo vale tener una buena oferta sino también vale vivir en un sitio donde tendrás acceso a la sanidad, a la pintura, o a toda una serie de servicios que en las grandes ciudades son más frecuentes.

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