Vicente Huerta: «Yo tengo una vida absolutamente musical, aunque no suene, permanece en mi cabeza»


Vicente Huerta destaca ya en su formación musical con el violín en los conservatorios de Valencia y Barcelona, terminando con las más altas calificaciones y el premio Fin de Carrera. Posteriormente se traslada al Real Conservatorio de Bruselas, siendo galardonado con el premio de Virtuosísimo, la distinción más grande.

Su carrera musical se ha enfocado tanto a interpretar como a enseñar. Ha actuado de solista y en recitales de cámara en la mayoría de países europeos y en Estados Unidos con los más prestigiosos músicos y directores, así como en la galardonada película de Almodóvar en 2012. No obstante, también se ha dedicado a la pedagogía en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid y es invitado asiduamente para trabajar como profesor en las principales orquestas jóvenes españolas y europeas.

Su labor musical se corresponde a sus valores como artista, de los que tiene mucho que enseñar. 

¿En qué momento la música empezó a tener el valor que tiene en su vida?

La música es la pasión y la fuerza que mueve mi vida, desde muy niño, posiblemente tres o cuatro años, no me imaginaba haciendo otra cosa. Como a los siete u ochos años yo ya sabía que quería ser músico y empecé a ser consciente de que podía ser mi profesión y podía ganarme la vida con ello. 

¿A qué cree que se debe el prestigio de su carrera? 

Me imagino que al esfuerzo, dedicación y actitud ante la música. Luego existe ese gran misterio que es cómo cada uno tiene la capacidad de llegar al público, ese lenguaje y manera de expresar es ese gran misterio que no se puede controlar. 

¿El talento es algo innato o se corresponde al esfuerzo? 

No hay una cosa sin la otra. Recuerdo un gran violinista, Yehudi Menuhin que en cierta ocasión me dijo: "Dios en una mano te daba el talento y en la otra el látigo". Obviamente hay que emplear las dos manos. (Ríe)

¿Ha tenido que sacrificar o anteponer en alguna situación su vida personal a la profesional? 

No considero que haya sacrificado nada, es más, pienso lo contrario. Desde mi punto de vista enriquece al entorno, es por eso que hay gente que se ha beneficiado de que me dedique a la música porque muestra una dimensión a la que no todo el mundo tiene acceso. Tampoco tengo la sensación de haberle quitado el tiempo a otros menesteres como las relaciones personales. 

En referencia a la educación, ¿es necesaria un bagaje cultural y una enseñanza musical en ella?

Totalmente. Desde un inicio no concibo la música fuera de la enseñanza, de hecho ya en la Edad Media la música estaba perfectamente integrada con las matemáticas y la contemplaban como algo absolutamente necesario para desarrollar la sensibilidad. 

¿Piensa que desde la política se fomenta? 

No. Hay una división errónea, para los políticos la cultura es espectáculo, no una necesidad, de esta forma, lo único que hacen es calcular la cultura con la repercusión económica. En España la filosofía no está clara, pero la repuesta de los políticos no concuerda con lo que pensamos la gran mayoría de gente del mundo del arte.

¿Qué le impulsó a dedicarse a la pedagogía también? 

Es una consecuencia de la dedicación musical dado que los artistas siempre tienen una tendencia a ejercer distintas facetas. Me apasiona la enseñanza, y cualquier experiencia que esté relacionada, además de ser bonito y apasionante resulta ser muy meritorio. 

¿Qué cualidades debe tener un músico para que su carrera resulte exitosa? 

Lo principal, como en todo, es la humildad. Este valor hace que siempre estemos ubicados, nos hace entender la diferencia entre el ideal de la realización de una obra artística y hasta donde puedes llegar cada uno. Aunque siempre tenemos un grado de insatisfacción con nuestro trabajo resulta ser un estímulo para dedicarse en cuerpo y alma a la música.

En todas las profesiones, suele figurar una etapa final que se cierra con un retiro o en la mayoría de los casos en una jubilación, ¿se imagina el momento de abandonar la música? 

No, la música es como la vida, termina cuando uno se muere. La música es mi vida, así que estaré haciendo música donde sea. El hecho de estar encima de un escenario o no para mí es irrelevante, se puede hacer música en casa o debajo de un árbol. Al final, la música forma parte de ti incluso hasta cuando no tocas, yo tengo una vida absolutamente musical; aunque no suene permanece en mi cabeza.

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